Centro Cultural Borges - Julio de 2003.
Las formas corporales de nuestra época ya no sorprenden.
Los cuerpos domesticados por la voz de las modas, los cuerpos tatuados, violentados, los cuerpos duplicados por la ciencia, los cuerpos sin pan, o aún los cuerpos bellos pasan indiferentes ante los ojos sociales.
Diríamos que en la actualidad los cuerpos duermen y nos adormecen, y en un estado de satisfacción propia parecen no necesitar otras palabras. Al mismo tiempo los cuerpos obedientes de la guerra van hacia otro sueño donde se es un cuerpo para servir a Tánatos.
Creemos, desde el psicoanálisis, que un leguaje vivo puede tocar a los cuerpos, dotarlos de la dignidad de ser únicos e irreemplazables, pues el lenguaje como cuerpo verbal es también encarnación de vida.
Del mismo modo, la obra de arte provista de la gestualidad del artista separa las formas de sus significaciones, y nos invita a detenernos ante ella como sujetos de un cuerpo propio, en un suspenso, una espera, que nace del Eros del artista.
Es pues, parte del enigma del artista perder esos cuerpos dormidos y hacerse obra.
